marți, 15 aprilie 2008

Tú venías

No me has hecho sufrir
sino esperar.
Aquellas horas enmarañadas,
llenas de serpientes, cuandose me caía el alma
y me ahogaba, tú venías andando,
tú venías desnuda y arañada,
tú llegabas sangrienta
hasta mi lecho, novia mía,
y entoncestoda la noche caminamos
durmiendoy cuando despertamos
eras intacta y nueva, como si el grave
viento de los sueños de nuevo hubiera
dado fuego a tu cabelleray en trigo y
plata hubiera sumergido tu cuerpo
hasta dejarlo deslumbrante.

Yo no sufrí, amor mío,
yo sólo te esperaba.

Tenías que cambiar de corazón y
de miradadespués de haber tocado
la profunda zona de mar que
te entregó mi pecho.

Tenías que salir del agua pura como una gota
levantada por una ola nocturna.
Novia mía, tuviste que morir y nacer,
yo te esperaba.

Yo no sufrí buscándote,
sabía que vendrías, una nueva mujer con lo que adoro
de la que no adoraba, con tus ojos,
tus manos y tu boca pero con otro corazón
que amaneció a mi lado como si siempre hubiera estado
allí para seguir conmigo para siempre.

Niciun comentariu: